En no metiéndome a monja


Un día dijo a un mozo
a la sombra de una higuera:
En no metiéndome a monja
méteme lo que tú quieras.


Isabela Santander
en el siglo diecisiete
sin polvos ni colorete
era joven de buen ver.
Despertándose en su ser
el gusanillo del gozo
de su casa con rebozo
de ir de compras, al mercado
salió rauda y en el prado
un día dijo a un mozo.


Pero antes quiero advertir
que el mozo era conocido
buena gente, buen partido
y fácil de conducir.
Y al escucharle decir
que él iba donde ella quiera
siguiendo la rastrojera
bordeó el sauce rusticano
y lo llevó de la mano
a la sombra de una higuera.


Y allí dijo a Luis Carmona
que era el nombre del muchacho:
- Toda la gente de Huacho
nuestro casorio pregona.
Y puesto que tu persona
a mi persona la esponja
de mí, pulpa, hueso y lonja
esto y muchísimo más
con seguridad tendrás
en no metiéndome a monja.


- Anda comprando el ajuar
mis vestidos, los zapatos
diez mulas, dos carromatos
una hacienda y un lagar.
Casados vamos a estar
empiernados de a de veras
mientras con mis posaderas
recrea tu fantasía
y cuando llegue ese día
méteme lo que tú quieras.


* planta de Ricardo Palma “Los inocentones”

© 2007 Luis Bárcena Giménez

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