Mis ojos fueron testigos



Mis ojos fueron testigos
que te vieron persignar.
¡Quién te pudiera besar
donde dices enemigos!


Muy cercana del rumor
del río de la campiña
con tu alegría de niña
estabas tú en el verdor.
Te circundaban cual flor
Celestinas y Rodrigos,
de dejar a tus amigos
ir en busca de Jesús
y de hincarte ante la cruz
mis ojos fueron testigos.


Tras de ti fui desde el prado
mirando de forma atenta
y sin que te dieras cuenta
me puse casi a tu lado.
Con el rostro iluminado
te acercaste hasta el altar
y no lo puedes negar
con esos tus labios rojos
pues fueron mis propios ojos
que te vieron persignar.


Te persignaste con fe
tu boca breve se abrió
y en ese momento yo
de otro modo suspiré.
Del amor nunca pensé
que al mirarte iba a llegar
y nada más empezar
esta pasión ya me aloca
por un instante en la boca
¡quién te pudiera besar!


Cada minuto recreo
tu imagen en mi memoria
por ti comienza mi historia
en tu día de paseo.
Sufro cuando no te veo
los más severos castigos,
mis labios de amor mendigos
en su afán de consolarse
tan solo quieren posarse
donde dices enemigos.


* planta de Ricardo Palma – Tradiciones Peruanas “Monja y cartujo”

© 2007 Luis Bárcena Giménez

0 comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por su comentario, se mostrará cuando sea aprobado.